LEMON, por Didac Alcaraz

Nacho Vigalondo me ha jodido la vida. Durante veintitrés horas y media seguidas me inyectó su veneno de gato, (dentro y fuera de GO, IBIZA, GO!). Llegó con el frío templado de Madrid, fino como una daga de carne, deslizándose suave por mi abdomen hasta clavarse en la garganta. Nacho Vigalondo me violó. Me arrancó la inocencia del que vive aislado de todo contacto social. Hundió toda su violencia, su brutal honestidad, su sincera personalidad en mi tonta humanidad, y así me dejó. Vagabundo de un amor irracional. Desde lejos le decía a Carlo: “YO SOY BUÑUEL, TU DALI”, o al revés, yo que sé. Maldito Nacho Vigalondo, me has jodido la existencia. YO DALI TU BUÑUEL y a mí que me den. Y desde esa distancia infranqueable, sus ojos de psicópata enamorado todavía hoy me destripan la cordura. Nacho Vigalondo, me has jodido dentro. Bailando en el tejado de mi secreta intimidad te oigo susurrar palabras que no logro entender. Vivo un sueño de terciopelo. No consigo pegar ojo. Puto Nacho Vigalondo, estoy loco por tus besos de lagarto, loco por tus abrazos tempestad, por tus impulsos atemporales. No sé que hostias le has hecho a mi vida. Ya no la concibo sin ti. Nacho Vigalondo, tengo miedo de perderte, estoy acojonado, pensar que algún día solo serás recuerdo me tiene aterrorizado.