Sí, es cierto. Todo el mundo tiene un blog. Incluso mi perro Nabuskus. Por supuesto, esto no tiene nada de malo. Al contrario. Tras años de esfuerzo y de adiestramiento, imaginaos mi sorpresa al entrar un día en el cuarto del ordenador y descubrir a Nabuskus, con sus propias gafas de pasta, escribiendo una reseña sobre el último libro de Philip Roth. Fue emocionante. Lo único que me preocupa es que, pese a estar bien escrita (Nabuskus tiene un estilo impecable, como podéis ver en la foto) sospecho que el puto perro de mierda sólo se ha leído las primeras cien páginas. Y eso no está bien. En internet hay que ser honesto.
Y en un blog, todavía más.