THE MOTOR BOOTY AFFAIR, por Dídac Alcaraz

Vaya dilema. Hace ya unos días que lo intento, pero no hay manera. Hablaros de la Private Joy que celebramos el pasado sábado, digo. Menuda experiencia. Todavía sigo en el sótano de la Mothership dándole al groove y al gimlet. Para mi la party no ha terminado. De hecho, he llegado a la conclusión que la vida es una Private Joy sin principio ni final, al menos la mía. Disculpadme si me pongo tonto. Estaba decidido a soltarlo todo, sin escatimar en detalles, a narrar como DistantLover nos sorprendió con su elegante casual flow, a diseccionar la sesión de pura calidad funk del Dr.Funkenstein, a relatar la pericia con la que el legendario D'OldStarDj consiguió ponernos a cuatro patas, o de como SirNose lo intentó a su manera, hasta fundirle los plomos a la Mothership. Pero no me apetece. En realidad quiero hablar de otra cosa. Ayer me comí un buen bistec y todavía no lo he asimilado.

Sucedió a eso de las siete y pico de la tarde, durante la presentación del libro de Carlo Padial, Dinero Gratis, en el Fnac del triangle. Lo dejo caer sin más. De rondon. Yo ni me lo esperaba. Bueno, si que me lo esperaba, pero de otra manera, en petit comité, o puede que no, o sí, o yo que sé. No lo sé. La cuestión es que me impresionó mucho el detalle que tuvo para conmigo. Supongo que por eso me pongo a escribir esto en vez de hablar de la party del sabado. Para intentar digerir el pelotazo. Cosa que no se como hacer porque me imagino que tampoco quiero. Soy de la opinión que algunas experiencias, las más importantes, hay que vivirlas a quemarropa, sin buscar explicaciones, obligándote a sufrir una regresión a lo primitivo con el fin de saborear las emociones en su estado puro. Vaya boogaloop me acabo de currar, ¿no?. 

No sé a donde coño me conduce todo esto. Lo estoy intentando de llegar a una conclusión

En realidad sólo quería anunciar la proxima Private Joy, la fiesta nocturna oficial, y de paso, hablaros de lo afortunado que me siento. Pero como siempre, termino ajamarando, que es algo que se me da muy bien. Marear la perdiz, que se dice. También es verdad que no he dormido. Ayer los putos Venga Monjas y Carlo me liaron para desgastar la noche a golpe de Jim Bean, y de algún modo todavía sigo en la Fnac, en mi particular Private Joy, disfrutando de una recompensa que al tiempo es una advertencia.

Por ahora sólo me veo con fuerzas de agradecérselo el entrecot a él, a Carlo. Que es siempre para mi como ver Carretera Perdida de David Lynch, o como escuchar el What's Going On de Marvin Gaye. Lo demás esta de más. Y ya está, me voy para luego, después, en otro momento, volver.

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